Una de las historias y aventuras más fascinantes del ciclismo. Graeme Obree un ciclista totalmente amateur, un tipo depresivo que padecía de trastorno bipolar, dueño de un pequeño taller de piezas para bicicletas y ciclista mensajero; un buen día tuvo la idea de fabricar artesanalmente su propia bicicleta, con piezas cogidas de aquí y de allá que resultaría ser una bicicleta extremadamente rápida. El inmediatamente decide intentar batir el récord de la hora en pista, logrando batir ese récord mundial dos veces en 1993. Al lograrlo se enfrenta con mil y un problemas al intentar reconocer y homologar su bicicleta, debido a las trabas que la federación le puso, ante el sacrilegio que para ellos suponía, una bicicleta hechiza saltándose todo el protocolo de los consagrados fabricantes de piezas de fábricas reconocidas.